Follow instructions

Intrucctions:

We suggest that the firts meeting always be held in a public place and that you do not reveal your full name, address or home telephone number until you are comfortable doing so. Always dial 141 before calling a contact number to keep your confidentiality. Always meet during daylight, and tell a friend or relative where you’re going and what time you will return. If the meeting hasn’t turned out the way you hoped, don’t be afraid to say «no».

Las instrucciones anteriores no son para un espía justo antes de una misión de infiltración, aunque lo parezcan. Semejantes precauciones las sugiere una agencia de contactos personales, donde todo el mundo se anuncia como alto, inteligente y sensible y busca gente perfecta.

Vale, que la sugerencia está muy bien y es completamente razonable, pero vaya como le resta ilusión cuando, como dicen los anuncios, la gente anda buscando «man who loves to eat, in exuberant health, with a double thirst for emotional intelligence.» o «WLTM kind, caring, sensitive female to share country walks, music, frienship, laughter, conversation and who knows?».

De paso, indagando en las costumbres anglosajonas relacionadas con la búsqueda de compañía, me he tomado con una serie de acrónimos que, en mi limitado inglés, no había visto.

Ese de arriba, WLTM encubre un «Would Like To Meet», y estos otros: WNOHGB «Where no one has gone before»; GSOH «Good sense of humour» y LTR «Long Term Relationship». Pero hay uno que me permitió reiterar lo asombrosamente simples que somos los hombres, no importa el entorno cultural, al intentar impresionar a una mujer, miren si no, este torpe pero muy abundante acrónimo: OHAC «Own House and Car».

Buenos días.

Nota Relacionada
Se busca gente perfecta

Feliz cumple Gabo

Leí Cien Años de Soledad a capítulo completo cuando tenía trece años, de tarde en tarde y sentado en una silla de pegajoso mimbre-polímero. Aprendí el leer adulto con novelas del Gabo, y aprendí a entender mi entorno de su mano. Lo que para sus lectores «extranjeros» era la excentricidad del realismo mágico, para nosotros era la cotidianidad.

Un poco más adelante descubrí cómo diagnosticar el Mal de Amores, luego de leer El Amor en los Tiempos del Cólera; y me sentí protagonista cuando reconocí los síntomas en mi mismo expuesto a los amores imposibles de la adolescencia.

Son sólo dos ejemplos, entre muchos, por los que vale la pena desearle a alguien a quien no he saludado en mi vida, que pase un día estupendo y que Dios le de salud y una vejez tranquila.

Felíz cumpleaños Gabo.

Lustra, que algo queda

No llevar siempre los zapatos limpios podría ser el origen de algunos problemas sociales. Durante la educación primaria y secundaria, estuve expuesto a dos reprimendas básicas: Una por llevar la camisa por fuera del pantalón y otra por no mantener los zapatos limpios.

En la primaria, de orientación religiosa, la cosa tenía tintes castrenses. Pasaban revista todas las mañanas antes de entrar a la primera clase. Ya en secundaría funcionaba como un mecanismo de control ante las continuas afrentas de la adolescencia. Cualquier profesor podía interceptarte en el pasillo para exigirte acicalar tu apariencia, incluso tenía potestad para no dejarte entrar a su clase si no llevabas los zapatos limpios. Viéndolo bien, también era un poco castrense.

Pero todo esto no era más que una extensión de lo que ya pasaba en casa. La diferencia era que las madres utilizaban la vergüenza ajena: ¿Qué va a pensar la gente de si te ven con esos zapatos sucios?

No era un tipo de disciplina férrea, como podría pensarse, sino continua. De allí su efectividad. Terminabas calcilustrado y camisometido, sólo para evitar la lata. Pero detrás de esos pequeños gestos, que pueden parecer retardatarios, se gestan una cantidad de hábitos personales que facilitan la convivencia en la edad adulta.

Inicialmente, respeto a las normas sociales y capacidad para decidir cumplirlas, así como el desarrollo de habilidades de adaptación a medida que estas normas evolucionan con el tiempo. Más adelante, deferencia con los mayores, que no se trata de obediencia, sino de un mínimo de cortesía. Finalmente, el desarrollo de sentido común, que no es más que la habilidad para entender las consecuencias de nuestras acciones cotidianas y la manera como afectan positiva o negativamente a nuestros semejantes.

¡Dios mío! Cuán puritano me estará quedando esto. Pero bueno, la idea es que me da por pensar que si la gente no usa los baños públicos de forma cortés, no cumple con las normas de circulación, tira basura en la calle, no sabe esperar su turno en una fila, o en definitiva, le importa una mierda sus semejantes; es porque en su formación, alguien no insistió lo suficiente en que se metiera la camisa por dentro del pantalón, limpiara sus zapatos, hiciese su cama, no escupiera en la calle o se sacara los mocos en público, se lavara las manos luego de ir al baño o supiera distinguir cuándo un anciano comienza a comportarse como un niño para otorgarle un tratamiento digno.

Cuando una sociedad necesita plagarse de normas para castigar a los adultos como si fueran niños por faltar a normas de “sentido común y beneficio mutuo” debería buscar sus causas en cosas tan simples, como, digamos por ejemplo, el lustro de los zapatos de los niños. Tal vez salga más barato.

Es que amanecí hipotético hoy.