¡Que voz tan fea!

Huyo del peligro de escuchar la voz de un escritor. Lo digo en sentido literal: la voz con la que habla. Ésta suele ser muy fea, y me parece que mientras más me gusta como escribe, más fea es su voz. Eso también es aplicable a su forma de leer, sobre todo cuando leen su propia obra. Desde mi punto de vista es una escena desafortunada, a la que se ven sobre todo expuestos los poetas. Es que parecen que leen como si fuera el Salmo Responsorial.

En momentos de debilidad he escuchado la voz de Pablo Neruda leyendo sus poemas y de verdad que no era la voz que mi mente le había adjudicado a su sensibilidad. Doy gracias a la providencia además, por haber escuchado al Gabo cuando la voz, entonación y forma de leer que me había inventado para él se había esculpido en mi cerebro. El amor en los tiempos del cólera sería para mi cualquier cosa menos su mejor novela, si le hubiese escuchado antes.

Y es que la gran ventaja que tiene el leer, es que las obras están inmunizadas contra la especificidad imaginativa del autor. Él podrá describir con pelos y señales un personaje, pero es el lector el que pone imagen y voz y eso es magia. Podrá tener una prosa provocativa, pero es el lector el que pare los sonidos y dramatiza las oraciones. En mi opinión, radica allí la esencia del disfrutar de la lectura, hay que ser medio actor para interpretar los guiones de las novelas y las sensaciones de los poemas y eso no pasa con casi ninguna otra forma de expresión.

Con esto de la imaginación me he llevado sorpresas, sobre todo cuando se lleva al cine una novela. Por ejemplo: Conocí a Gollum cuando leí El Hobbit de Tolkien, y aunque el personaje está muy bien logrado técnicamente, no se parece en nada a mi personaje a medida.

Obviamente, nuestra voz tampoco es que sea una maravilla y casi siempre la negamos tres veces cuando la escuchamos grabada, pero tampoco es esa la voz interior con que leemos, es otra, una invención de la mente humana, o al menos es eso lo que me pasa a mi y de repente estoy aquí como un necio alardeando de fabricador de voces.

Expectations and illusions

Tengo un amigo que ejerce un férreo control sobre sus propias expectativas con respecto a casi cualquier cosa. Esto hace que la mayor parte del tiempo transmita un aire impasible y que sólo bajo alguna copa de más pueda aflorar algún dejo de euforia. Sólo para el blog decidí copiarle y llevar pocas expectativas, pero en cambio mucha ilusión.

Las expectativas y las ilusiones son unos tipos particulares de esperanza. En el primer caso es una esperanza de realización o consecusión y en otra acepción, es la posibilidad rezonable de que algo suceda. En cuanto a la ilusión es una esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo. De todas todas me quedo con ilusión para definir mi sentimiento con respecto a escribir regularmente.

Le comentaba a cyberf cuando comencé, que establecería expectativas semanales para controlarlas mejor, pero ilusiones a largo plazo. Hoy hace 4 semanas de la primera nota y de momento hace buen tiempo. Vamos, que esta nota está inspirada en las celebraciones de los nuevos noviazgos de adolescente: Cumple semana, cumple mes, mes y medio… un continuo pulso de sentimiento que se pasa con el tiempo.

Me divierte y relaja escribir y he podido recuperar algo de la capacidad de observación y escucha. No he escrito ninguna nota de más de una cuartilla (3 minutos de lectura) para no abusar de la atención del piadoso lector, y la única frustración es que las estadísticas de mi hosting sean tan malas que no sé exáctamente cuán poco me leen. Ellas indican que hay accesos desde Argentina, España, Venezuela, México, Singapur, USA, Holanda, Australia, Japón, Seychelles y Alemania pero no puedo saber cuantos son robots y cuantos humanos.

Lo que más me gusta, es saber que tienen la disposición y amabilidad de leerme, y que hacen comentarios y comparten experiencias. Muchas Gracias.

Vamos a ver como siguen estas Cartas Jeroglíficas… esta semana, que aún puedo sucumbir a las «expectativas» de vida de este medio de expresión. 😉

Coleccionista de fracasos.

Por alguna sinapsis malograda, mi mecanismo de aprendizaje, una vez que obtengo las bases o principios de algo, se basa en la aproximación del tipo: cómo no se deben hacer las cosas. No se trata de aquello de ensayo y error o aprender de los errores. Me refiero a un proceso formal y consciente en el cual aprendo, como aprendería cualquiera, pero analizando lo que fue mal, sobre todo, cómo no se debió haber hecho y qué hacía pensar que la forma «erronea» era la correcta.

Me concentro más en las consecuencias que en los resultados esperados, y aunque se pueda pensar que es un procedimiento costoso, lo que hago es documentarme, principalmente, a partir de los fracasos ajenos. El saberme también vulnerable a ellos me hace verlos de forma más interesada. Me parece que es una aproximación que aporta muchas posibilidades, dado que los fracasos suelen estar mejor documentados que los manuales y programas de aprendizaje, parten de una aplicación real de lo que se intenta conocer, y se encuentran relativamente libres de los paradigmas asociados al objeto de aprendizaje. Además el análisis post facto es más sencillo.

Por lo tanto, me he convertido en un coleccionista de fracasos casi sin darme cuenta. Pensé que algunos de ellos podrían ser lo suficientemente curiosos y atractivos para compartirlos con vosotros, así que los iré publicando de vez en cuando. Sobre todo me gustan los que tiene origen en comportamientos sociales, pero hoy comenzaré por uno tecnológico: El Buran.

Brevemente, el Buran fue la respuesta directa de la antigua URSS al programa del transbordador espacial americano. Los Rusos hacían las cosas a lo grande y el Buran no era excepción, aunque sólo logró un vuelo orbital no tripulado. Parece ser una copia exacta del Shuttle, pero sólo lo es en apariencia, al final les dejo unos links para que puedan ampliar información. A diferencia del estadounidense, sus sistema de lanzamiento no es reusable aunque si mucho más potente, es el cohete Energiya, el más grande del mundo, puede levantar hasta 100 toneladas.

El Buran no lleva motores de propulsión, como el Shuttle, por lo que puede llevar más carga, todo el trabajo de ponerlo en órbita lo hace el cohete al cual está anexo. Los rusos quisieron matar dos pájaros de un solo tiro: Construir un vehículo orbital reusable y el cohete más grande del mundo para ponerlo en órbita a él y a satélites super pesados. Y precisamente de allí saqué el eventual aprendizaje: No mezclar en una sólo iniciativa aproximaciones que por diseño puedan ser antagónicas, dado que aunque cumplas con los objetivos, puede que no sea rentable en la práctica, que fue lo que al final le pasó al Buran. ¿Una perogrullada? pues creo que no, cosas así las veo a diario.

Lo curioso es que hoy en día, lo que quedó de aquel proyecto, el gigantesco Energiya, no es utilizado porque sencillamente no hay nada tan pesado que llevar al espacio. Los satelites modernos son bastante ligeros por razones de eficiencia y lo más pesado que se está construyendo allí afuera es la Estación Espacial Intenernacional, cuyos módulos no pasan de 20 toneladas cada uno, paradójicamente, porque no había cuando se diseñaron, nada tan potente y rentable que pudiera poner mas de 20 toneladas en órbita.

http://www.astronautix.com/project/buran.htm
http://liftoff.msfc.nasa.gov/rsa/pics.html (algunas fotos)