Objetivar la crisis.

Nadie tiene una idea muy clara de las implicaciones reales de estar en crisis económica; salvo, claro está, quien por culpa de ella pierde su empleo. Sin embargo, dado que aún en periodo de bonanza peder el empleo tiene consecuencias similares, no puede ser tomado con una consecuencia exclusiva de la crisis.

Ningún economísta, político o sociólogo tiene la diposoción para definir clara y objetivamente las consecuencias que para el ciudadano común y corriente tendrá la crisis. De hecho, la consecuencia más palpable y que afecta a todos en nuestro entorno no suelen adjudicársela a la crisis, porque les resultaría dificil de explicar que la reducción de la inflación, cosa aparentemente buena, es consecuencia de una situación económica que no lo es tanto.

Lo que si resulta molesto, al menos para mi, es que se utilice abiertamente la aproximación «vamos a morir» para definir lo que nos depara el futuro. Vamos, que cómo se puede permitir que llamando ciencia a la economía, los economistas (y los políticos escudánse en ellos) nos suelten cosas «tan objetivas» como las últimas de Paul Krugman (Nobel 2008): «el camino que le queda a España va a ser doloroso o extremadamente doloroso».

Que desafortunado: Con lo difícil y complejo que resulta objetivar el dolor, lo que dice un dignosticador profesional y científico es que la crisis va a doler y mucho. No sé, creo que ayuda poco.

Viví una crisis económica grave en Venezuela hará ya unos quince años. Pero una crisis de verdad, donde un tercio de la banca del país se fue al garete. Y, particularmente a mi, no me dolió en absuluto. Me preocupó, me hizo ser más precabido y moverde de manera distintas con respecto a mis pequeñas decisiones económicas, pero no dejé de comer, de vestirme y pagarme una carrera trabajando. Vivir con una inflación peremne de entre el treinta y el cuarenta por ciento anual, con recursos escasos, inseguridad personal y jurírica y decisiones gubernamentales lamentables, molesta bastante, pero no duele. Estás tan concentrado en tirar para adelante, que tal vez te sirva como analgésico.

Me gustaría escuchar de políticos y economístas decir cosas objetivas, por ejemplo: cuántas personas no podrán pagar su hipoteca y cuántas de éstas son de segunda vivienda; cuántos no podrán hacer frente a sus deudas, la tipología de las mismas y las razones por las cuales no podrán hacerlo. Que aporten el perfil de dichas personas y familias para saber si voy a ser una de ellas. Que nos digas sus estimaciones sobre cuántas familias no tendrán mi para comer, o no podrán utilizar transporte público, recibir asistencia sanitaria o que sus hijos asistan a la escuela. Que nos digan si lo que perderemos será satisfacción de necesidades básicas o simplemente comodidad.

Si es lo segundo, creo que viene bien que la generación que nos sucede aprenda a valorar algunas cosas que asumía como un derecho y, de ser lo primero y si por casualidad fuese inevitable, perferiría que el dinero de mis impuestos se utilizara para preparnos para una economía de guerra en lugar de intentar rescates imposibles.

De nada nos serviría salir de una crisis si dejamos intactas las causas que la produjeron.

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