Analógico

De lo digital se suele decir que es más sencillo de usar, compacto y elegante. Que donde haya un botón y una pantalla electrónica que se quiten ruedas, manivelas e interruptores de palanquita. No me parece mal. Sin embargo, viviendo en un mundo analógico, la interacción con algunas cosas electrónicas podría resultar en una experiencia más agradable si se hiciese a través de una interfaz analógica.

En el comedor de la empresa donde trabajo actualmente hay una batería de diez hornos de micro-ondas. Seis con panel digital y cuatro con una ruedita para medir el tiempo y otra para seleccionar la temperatura. El único botón es el de start. Ante esta distribución, la gente intenta siempre usar los analógicos (incluido este servidor), en lugar de los muntibotónicos digitales, con los que nadie se entera siquiera, de cómo fijar el tiempo de cocción.

La usabilidad de muchos productos de éxito, como el iPod, está en el uso de la aproximación analógica para acceder a un objeto digital. Esta forma de interactuar nos da una sensación de control que, al parecer, es más confortable que la poca intuitiva distribución de botones, que a mi, personalmente, me intimidan.

El extremo de esta intimidación reside en el fax, que por alguna rebuscada razón, es un aparato poco accesible y complicado de usar, sin distinción de marcas ni colores.

Ello.