Aquello no podía ser bueno

A mucha gente le gusta que le den la razón. A mi no. Parece, ademas, que dicho gusto por que te den la razón es independiente de que estés convencido o no de que la tengas.

Por alguna malformación congénita, la dopamina no fluye por mi cerebro cuando estoy convencido de tener razón. Me gusta más dudar. Eso no quiere decir que no intente argumentar y defender mis posiciones, pero no por placer, como lo hacen muchas personas (según me cuentan, insisto).

Precisamente por eso, puedo esperar años para que mis hipótesis o puntos de vista se confirmen (incluso cuando el daño ya está hecho) y decirme a mi mismo, tenías razón, aunque no sirva para nada. Sí, a veces da impotencia ver cómo nadie ve lo que tu ves.

Así las cosas, años después podemos concluir que:

Los móviles y las redes sociales hacen daño a los cerebros de bebés, niños y adolescentes.

Según se indica en algunos medios, hay gobiernos tomando acciones para prohibir su uso a menores de edad, equiparando en su razonamiento lo mismo que ya se hace para drogas, bebidas alcohólicas o autorizaciones para conducir.

Dícholo he.