Plenilunada

Hay artistas que tienen ataques de divinidad y les da por descender a los infiernos para al tercer día resucitar de entre los muertos; aunque a Chavela Vargas le tomó doce años. La Vargas llegó a ser una borracha perdida. Alguna vez, un familiar ocioso en medio de unas vacaciones, calculó que el hígado de Chavela había procesado cerca de cuarenta y cinco mil litros de tequila. Esto no le impidió – tal vez jugó a favor- convertirse en la musa mimada de parte de la intelectualidad de la época dorada de Méjico: Frida Kahlo, Diego Rivera, Augustín Lara y Juan Rulfo se contaban entre sus acólitos sentimentales.

Sobre ella planeó siempre en círculos el zamuro de la duda, en relación con su excepcional capacidad interpretativa. Era difícil distinguir cuánto podía adjudicarse a ella y cuánto a los conocidos méritos para la música que posee el alcohol.

Tengo tendencia a conservar a estos artistas con los mismos cuidados que amerita un buen vino. Y los dejo añejar en algún disco arañado de vinilo o avinagrados cassetes, porque conforme pasa el tiempo y se degrada la calidad de la grabación, adquieren un sabor más auténtico, asentado y profundo.

A la Vargas la conocí, como a muchos otros inconfesables, a través de la radio, lo único que veíamos en casa hasta que cumplí los cinco años. Pasa que son canciones que quedan en algún trastero del inconsciente. Y que en ocasiones te sorprendes canturreando de memoria cuando las escuchas por accidente, sin lograr asociar bien el momento en el cual te la aprendiste. Sus letras no tienen un significado originario-personal, sino que se crea al mismo ritmo con el que inevitablemente experimentas “el salto mortal de vivir.”

Hace unos días me atreví a contravenir la norma y compré una grabación reciente, de un recital que La Vargas – ya completamente recuperada del alcoholismo y con ochenta y tres años cumplidos – ofreció en el Carnegie Hall de Nueva York. Ya había escuchado algunas canciones sueltas cantadas desde la sobriedad, pero lo que experimenté al escuchar completo este concierto fue determinante: Chavela Vargas si que es una divinidad cuando canta… puede llegarte hasta los tuétanos, sin pizca de pudor, cuando ya tienes edad suficiente para entender, por ejemplo, que “hay ausencias que triunfan” y que “uno vuelve siempre a los viejos sitios, donde amó la vida.”

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Nota del Cartero:
Un buen resumen biográfico, sin bien un poco sesgado, lo pueden encontrar en glbtq, que se anuncia como an encyclopedia of gay, lesbian, bisexual, transgender, & queer culture. (si google indexa esto, de seguro aumenta los hints a este site). Tienen otro, en castellano aquí.

4 pensamientos en “Plenilunada

  1. Mira que le he dado vueltas y vueltas a este post sobre Chavela y siempre me quedo en blanco: ¿Qué se puede decir de los rompe-paradigmas? ¿Qué se puede decir sobre estos seres que sólo se parecen a sí mismos, sin caer en los lugares comunes? A los que entiendes más allá de la magia del verbo?

    Chavela Vargas, Frida Khalo, Dalí, Picasso… ninguno se parece a nadie y todos tienen algo en común: No es fácil comentarlos sin caer en lugares comunes. Así que sólo se me ocurrió dejar constancia de mi fiel visita – como siempre – a mi blog favorito.

    Un beso,

    Palas A.

  2. ¡Siempre nos quedará Palas!

    Un besote y gracias por leer todas y cada una de mis notas.

    Ocatrapse.

    PD: En efectos estos humanos pasan de ser simplemente originales (adjetivo ya devaluedo) y pasan a sólo parecerse a si mismos.

  3. Bueno, en todo lo que se diga sobre ese ser maravilloso y único que es Chavela Vargas, siempre nos quedaremos cortos. Que vida, que resurrección, que fortaleza, que vitalidad, que dignidad, que lucidez, que arte… Y ahí, a sus casi 86, sigue dándonos lecciones de todo esto. No hay otra. Muy pocos, poquísimos, a su edad pueden contarlo y, sobre todo después de un vicio tan arraigado como el alcohol. Es un ser superior. Ante ella me inclino, me descubro.

  4. Sabía de antemano correría el riesgo de quedarme corto, sobre todo para ser leído en menos de tres minutos, por eso estais en lo correcto tato palas como tu. Y como tu, ante ella me inclino y descubro.

    Gracias por pasar por aquí.

    Ocatrapse.

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