Fill the Blanks

Si bien la cantidad de lectores de este humilde cartero, es tan pequeña como para osar hacer este tipo de juegos, :crazy: creo que, para los que me siguen con benevolencia, esta es la forma más interesante en la que puedo escribir esta nota. El texto ha sido tomado de un libro de reciente publicación. Lo único que tienen que hacer es, pensar en respuestas para llenar los especios en blanco. Si alguien se anima, hasta puede justificar la respuesta.

Allí va:

En la clasificación mundial de las repúblicas bananeras, …………… ocupa ya el puesto número … . En la policía, en la Administración, en las empresas municipales, en los medios o los hospitales, por donde quiera que se lance la mirada: la corrupción se extiende como una metástasis. Se soborna a empleados y funcionarios, los empresarios se meten en los bolsillos sumas gigantescas y a los políticos se les unta la mano.

Saludos.

Solidaridad, inventores y epidural (y próstata)

“…esto tuvo que haberlo inventado un hombre”. Siempre me ha llamado la atención esta expresión, que aflora de casi cualquier mujer cuando quiere referirse a la incomodidad, falta de delicadeza o completa humillación a la que son expuestas por ciertos “inventos” masculinos. Hablo de aquéllos que han sido efectivamente diseñados con la “intención” de mejorar sus vidas, no de las exclavisantes y degradantes imposiciones y vejaciones culturales. Sin malentendidos sexista pues, que además no me van como vasallo matriarcal.

Me resulta curioso, porque en realidad apelan a una Solidaridad de Género por parte del inventor. Quiero decir, que asumen que si lo hubiese inventado una mujer, probablemente se hubiese adaptado mejor a sus necesidades dado que experimentan en carne propia. De hecho, resulta lógico. Sin embargo, creo que en la mente de los inventores, hombres o mujeres, parace no haber consideraciones de género. Y aunque es cierto que podrían entenderse mejor las necesidades, no por ello satisfacerlas más adecuadamente.

A ver. Podríamos generalizar diciendo que casi el cincuenta por ciento de los profesionales de las ginecología y obstetricia son mujeres. Y con una presencia tan representativa, aun quedan algunas reinvidicaciones antiguas sin atención, como la vulnerabilidad física y emocional al parir acostadas, – ¡para comodida del médico! – o los helados instrumentos de oscultaciones preventivas. Lo mismo en el caso de los hombres, para los cuales la palabras examen de próstata producen sudures frios y palidéz cutánea

Hay un caso que viene como anillo al dedo, para ilustrar este tipo de ausencia de solidaridad de género en los inventores. Gertie Marx, fue una obstetra que se fajó en la lucha por popularizar el uso de la anestecia epidural, cuando ésta (la epidural) tenía muy mala fama. Escribió tres libros y casi un centenar de artículos sobre el embarazo, y dedicó toda su vida al estudio del alivio del dolor relacionado con el parto. Inventó la aguja que lleva su nombre, para facilitar la aplicación de la anestecia epidural, y miles de mujeres se benefician diariamente de su invento. Probablemente, si se les contara sobre los esfuerzos de Gertie Marx, dirían aquello de “mujer tenía que ser…” en alusión a que sólo una mujer que sabe lo que es parir, puede solidarizarse con ellas. Lo interesante, es que Gertie murió hace unos días, a los 91 años, sin haber tenido hijos.

Software Arqueológico

En aquellos días, el Caribe hervía en la moda informática. La adoptó del norte, con la misma transparencia y naturalidad con la que aceptó el béisbol, cuarenta años antes. Al principio, la atención estaba centrada en las máquinas, que se anunciaban con obsesivos detalles, como los botones de reset y turbo. Pero el software era otro cuento. Se obtenía sin ningún esfuerzo, intercambiándose, cual barajitas, entre amigos y vecinos. Incluso, y bajo el auspicio de institutos y universidades, eran facilitados por profesores como quien pasaba una guía de estudio. No había monopolio, y la diversidad genética era hermosamente saludable.

Era una fiebre. Curiosamente, los más propensos a padecerla, eran los médicos, que se dejaban contagiar con una facilidad pasmosa. En los pueblos, donde populaban las academias de computación, se llegaron a extremos anecdóticos: Conocí a una señora de su casa, reconvertida en cyberpitonisa, cuando descubrió en una de esas, un software que sacaba el biorritmo.

Además del sistema operativo, había que agenciarse una suite indispensable de software, desarrollado usualmente en solitario, por gringos en claustro que comían pizza y se dejaban la barba. Lo primero era un procesador de palabras. De los muchos que surgieron, uno de los que vivió su momento de gloría en el Caribe fue WordStar. Éste permitió la popularización de los carteles Se pasan trabajos en computadora. Wordstar, fue el primer software que conocí que implementaba un concepto parecido a los actuales plugins. Por ejemplo, para imprimir, formatear, o corregir ortografía, tirabas de otros programas independientes del core. Wordstar aún tiene una ristra de nostálgicos seguidores, que intercambian esos add-ons. Debo confesar, que incluso después de la aparición de la chocante y minimalista interfaz azulada de wordperfect y la popularización del monopolio de Word, usé Wordstar para desahogar mis penas. Como antaño, encontrar una copia legal de Wordstar es casi imposible, hay que estar pendiente de alguna subasta de software antiguo en ebay.

Por otro lado estaba el procesamiento de datos. El Jet Propultion Laboratory dio al mundo el estándar para el PC, el dBase. Durante años, este formato comandó esta rama y como muchos otros de su generación (foxpro, por ejemplo), sus historias de ascenso y caída están llenas de hazañas que merecen notas individuales. Aún hoy, dBase Inc mantiene los derechos sobre el producto y una que otra vez saca versiones de coleccionista.

Finalmente estaban las hojas de cálculo. Todas ellas muy famosas, como lotus 123, pero surgidas a partir del revolucionario concepto (nunca patentado) de VisiCalc. Como la joya de la nota, les dejo este linkde donde pueden obtener, una copia ejecutable del programa de manos de Dan Bricklin.

Si quieren jugar a la arqueología, ármense de brocha, cachucha y lleven los ojos bien abiertos cuando vean una computadora en algún chiringuito de lotería ilegal, muy probablemente allí hay una copia viva de dBase o Foxpro gestionando la suerte. También pueden encontrar yacimientos interesantes, en los bufetes de abogados carcamanes, donde muy seguramente Wordstar sigue dando la talla en sobre el difícil mundo del papel sellado.

Más:
http://www.oldsoftware.com/
http://www.euronet.nl/users/fvempel/software.html
http://www.seanet.com/~klaw/files.htm
http://www.undercoverdesign.com/dosghost/dos/dos_vers.asp#commercial
http://www.emsps.com/oldtools/versions.htm