La Ultralectura

Hace unas semanas, escribí una nota sobre esa manera de leer de pasada, corriendo el riesgo de perderse ideas e incluso de no asimiliar el significado correcto de lo escrito. Bueno, un amigo que lo leyó me comentaba de viva voz, no por escrito, que él tenía el problema opuesto y que eso le producía más o menos tensión, dependiendo de lo leído.

Si leeo un párrafo – me decía – y siento que no he pasado por todas la palabras o a la mínima duda sobre la compresión o ante un descuido, tengo que volver a empezar. Es decir, que no soporta sobrevolar lo leído. De alguna forma eso le limita sobre la cantidad de cosas que puede leer…

Incluso para leer ciertas cosas es un suplicio, más cuando se utiliza terminología distinta a la del uso cotidiano. Por otro lado le ayuda en otras cosas, por ejemplo lee mejor en inglés.

Que eso, que hay gente pa’ tó.

El Idealismo Aplicado.

No conozco a ningún ex hippy pobre. La generación que abanderó los ideales de libertad, amor y se rebeló contra los convencionalismos sociales y económicos, se descubre hoy llena de exitosos empresarios, profesionales y escritores, en fin, de conservadores modernos.

Tal vez sólo una porción, la que conforman los hippys eternos, aún vaga por algunos pueblos de la India buscándose a si mismos, mientras otra encallece sus manos tejiendo pulseras al ras del suelo. El resto creo que lograron “encontrarse” y me temo que más que un encuentro, fue un encontronazo.

Nunca he tenido claro si fue realmente una revolución, simple rebeldía o un accidente. Los ex hippie que conozco, no me lo aclaran del todo, y lo único que puedo sacar en limpio, por el brillo de sus ojos al recordar, es que lo pasaron muy bien. Todos ellos se retiraron “a tiempo”: los más sinceros admiten que ocurrió cuando sus padres cortaron la financiación de la aventura, otros confiesan que fue porque ya habían experimentado suficiente.

Poco a poco se despojaron de sus símbolos, cortaron sus barbas, embaularon sus faldas y calzaron sus pies… y abordaron sus nuevas vidas con un concepto que me parece el secreto de su éxito: El idealismo aplicado.

No se confundan, que no voy de gurú de autoayuda. Lo que quiero decir es que quedaron marcados por la sensación de libertad, y si querían re-experimentarla, tenía que producir mucho dinero. Le aplicaron a sus aventuras empresariales la misma pasión e idealismo que al estilo de vida hippie y funcionó. Sus objetivos no fueron al estilo ortodoxo de las unidades de producción o de aburrida terminología empresarial, por el contrario, hicieron uso de expresiones inspiradoras: Si producían licuadoras, lo que se proponían era vender tiempo (y libertad) a las mujeres. Si hacían ordenadores se consideraban artistas y con ello se proponían “cambiar el mundo” (y lo hicieron). Siempre con aspiraciones / inspiraciones idealistas pero con los pies en el suelo.

Son listos, en el sentido de tener claro que todo lo hacen por la libertad. Con lo cual se divierten un montón consiguiéndola y disfrutando de ella, viviendo vidas más intensas.

El idealismo aplicado podría ayudar a recuperar la economía mundial (que no la libertad) ya que es por definición creativo y contrario a los paradigmas, lo que pasa es que andamos escasos de hippys y nos sobran especuladores.

La Inopinión

Hoy en día, el ejercicio de formarse una opinión, es como un deporte de alto riesgo. La complejidad que a veces alcanza la realidad, hace que sea difícil fijar posición sobre determinados temas.

Siempre han existido mecanismos para dificultar la opinión, pero hoy el proceso está rodeado de un aura de desconfianza. Solía basarme en la confiabilidad de las fuentes para luego hacerme una idea de las cosas, pero dicha confiabilidad varía de fuente en fuente, dependiendo del tema. Además la confianza es otro tipo de esperanza y ésta a su vez es un estado de ánimo… como se complican las cosas ¿no?

No es solamente que se manipule la información – que es la materia prima para la opinión razonada – es que además se omita alguna cara de la «realidad» a fin de favorecer cierta postura. Si, esto siempre ha existido, pero la escala actual hace que comparativamente con otras épocas de la historia, las consecuencias sean más drásticas, sobre todo por su velocidad.

Todo esto provoca que surjan, a mi juicio, varios efectos colaterales: i) que se facilite la formación de posturas extremas, por lo simples que son. No hay posiciones intermedias. Es el estilo de los buenos contra los malos. Este es el más extendido, ii) que se asuma la opinión que se espera que tengas, por tu contexto social, y iii) que se asuma una posición de indeferencia, de las del tipo incapacitante. Creo que ésta última es la peor de todas, porque imposibilita la utilización del dialogo interior como herramienta de ajuste. Sencillamente no me importa.

Yo esperaría que la libertad de expresión y la multiplicidad de medios de información regule, por contraste, el desequilibrio, pero eso no siempre sucede. Obviamente la libertad de expresión es esencial para lograr el equilibrio, pero no siempre se logra.

Por último, está el punto del diferencial de velocidad: Tarde o temprano, podría llegar a formarme una opinión sobre algún tema, porque para eso tiene uno el cerebro. La catástrofe ocurre cuando la realidad se desarrolla a una velocidad tal, que hace que para cuando te haz formado una opinión, ya es demasiado tarde y ésta no sirve para nada.

Es en ese punto cuando sigo el consejo-jedi  que dice que me deje guiar por el instinto… uf… el problema es que lo hago con la sospecha de que el instinto no sea más que un reflejo de nuestras opiniones más profundas…