El amor dura dieciocho meses

El amor dura dieciocho meses. Y a lo que viene después los expertos no le han puesto nombre. De pequeña escuchaba que la gente decía “ellos ya son como familia” para referirse a las parejas que llegaban a viejos juntos; y que habían criado a más de media arroba de hijos, y que también habían empezado a confundir los nombres de los nietos y cosas así que se dicen de la gente que llega a vieja junta. Y lo decían no sé si con lástima o con ternura, o una mezcla ambas cosas. Y no es que de pequeña fuera una niña imprudente, simplemente que era muy ingenua. Un día le pregunté a una señora de esas de matrimonio longevo, si era verdad que era familia de su marido, que si eran hermanos o primos, por ejemplo; y me dijo que no, que sólo era resignación. Luego, me fui y le pregunté a su marido que qué era eso de la resignación, y me dijo, —¡carajita: esas cosas no se preguntan! Todo aquello me resultaba muy confuso, pero San Edermo era un pueblo que ya se estaba poniendo viejo y se veía mucha gente emparejada, pero ya mayor, sentada en los porches de sus casas, así como tristes, como en silencio.  Y yo me agobiaba con el asunto porque sólo había escuchado la palabra resignación cuando se le daba el pésame a alguien, y lo sabía porque yo acompañaba mucho a mi santa madre cuando el tocaba dar los pésames. Pero bueno, como era una niña obediente dejé de preguntar y seguí creciendo con la duda, hasta que me tocó y entonces vino la guerra.

 

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