Radio de compañía

El los últimos tres meses he estado, según palabras de mi Amiga Palas Atenea, matando mi vaca. En un lenguaje más terrenal y alejado de las moralejas, estaba cambiando de empleo. Esos procesos son bastante curiosos, porque requieren adaptarse a nuevos ambientes, personas, compañeros, usos y costumbres.

Como a mi no me gusta la soledad cuando estoy acompañado (sic), pues apelo a La Radio para gestionarme esos días en los que me encuentro entre un montón de gente que no conozco y que no tiene especial interés por conocerme.

La Radio permite, aunque los hombres necesitamos cierto entrenamiento, hacer dos cosas a la vez; una de ellas, sentirme acompañado. La otra, hacer un montón de cosas por la que otros pagan y por medio de las cuales puedo llevar los churupos a casa.

En España La Radio es muy conversadora y eso le otorga ese aire acompañante. Además, es un reflejo de una parte de la sociedad – por desgracia no una mayoría – que se trata entre semejantes con respeto, pide permiso y se da las gracias. Otra cosa es que se escuchen, pero bueno, lo anterior es suficiente.

La programación radiofónica española me recuerda a una revista de variedades, en la que van desfilando un montón de artistas cada uno con su atracción. Los más divertidos son los tertulianos, que son los que hacen tertulias; palabra en desuso en Latinoamérica, que puede ser equivalente a charla, plática o conversación. Son casi siempre la misma gente, humanos polivalentes que pueden opinar sobre la totalidad.

Quiero decir, su trabajo es opinar sobre cualquier cosa que se le ocurra a los productores del programa. Son unos magos en adoptar el timbre de voz necesario para transmitir dominio sobre un tema del cual no habían oído hablar unas horas antes. No son malas personas, lo que digo es que esa forma de ganarse la vida tiene mucho mérito, porque debe ser la mar de estresante cuando se tienen las ganas de hacerlo bien.

Parece sencillo y eso hace que mucho aficionado intente meterse en el mundillo de las tertulias con resultados catastróficos. Ellos reflejarían la otra parte de la sociedad que no es ni respetuosa ni da las gracias. Pero cuando das con un conjunto armónico de conversadores, terminas pasando horas encantado con conversaciones tan variadas como la totalidad.

La paradoja del asunto es que escuchar las conversaciones ajenas ha dejado de ser una muestra de mala educación, para convertirse en un entretenimiento.

Feliz Año 2007 a Todos.

Nota del Cartero

churupo.
1. m. Ven. Antigua moneda de cobre con un valor de cinco céntimos de bolívar.
2. m. pl. coloq. Ven. dinero (ǁ moneda corriente).

Publicado en Sin categoría