Tercer Mundo

Imagino que haría mucho calor en Francia ese verano de mil novecientos cincuenta y dos. Me inclino a pensar que sólo un sofoco estival podría haber tentado a Alfred Sauvy – luego del protocolar silencio ante las teclas bituminosas de una máquina de escribir – a concluir el artículo que le ocupaba usando por primera vez la expresión “tercer mundo”.

Aunque reclamada usualmente como término peyorativo, siempre me ha resultado impreciso, cruel e ilógico desde el punto de vista social. Sobre todo, porque se basa en una calificación económica que nada tiene que ver con la idiosincrasia de los pueblos, su concepción de la realidad o su capacidad para afrontar los retos de la vida colectiva.

Lo que más me repatea es su tendencia absolutista. Como si esa separación en mundos fuesen aséptica, como si el primer mundo no poseyera mucho de los otros dos (y viceversa).

La reciente tragedia al sur de los Estados Unidos aporta un claro ejemplo de ello. Ha sido muy común escuchar de boca de damnificados, comentaristas, políticos y gente de a pie la expresión “esto parece el tercer mundo” para describir su perplejidad ante los espeluznantes acontecimientos, la falta de ayuda o la desidia generalizada. Y no descarto que para muchos (no sólo allí, también en el resto del mundo) haya sido una sorpresa caer en cuenta que la división en mundos ronda los dominios de la distorsión perceptiva, del estado de ánimo e incluso de la nostalgia, antes que reflejar la realidad de las cosas.

Resulta igualmente lamentable que esa misma concepción equivocada haya desalentado la solidaridad del resto del planeta. He echado de menos las campañas de recolección de fondos o de ayuda que suelen surgir en situaciones similares. Lo lamento, porque es como crear una clasificación entre las víctimas, que en todo caso, es una división indignante.

Tiendo a pensar que más que ante la ley, somos más iguales ante el desastre.

0 pensamientos en “Tercer Mundo

  1. Cuando el carácter gregario del ser humano lo hace solidario ante la adversidad, las leyes clasistas y divisonistas creadas por el hombre se hacen a un lado para que el hombre social, de esa polis aristotélica, surja de entre los escombros de los cataclismos.

    Por cierto, amigo OCATRAPSE, las veces que he venido a comentar aquí, se me hace muy difícil la apertura y carga de la ventana o link de los comentarios. No sé si es sólo un caso aislado o le ocurre a otras personas.

    Saludos.

  2. Pues hijo, si entendi bien el post ( buen titulo lo de cartas jerogrificas) a mi me da tristeza que siempre que hay catastrofes comparen con el tercer mundo, cuando catastrofe es catastrofe aca o en pekin, y cuando ocurren esas cosas no importa el pais.. porque todo somos iguales.