Convivencia.

Creo haber comentado alguna vez, la existencia de un modelo de prensa sucinta y gratuita, muy en boga en las grandes capitales europeas. La idea es regalar a la entrada de las estaciones de tren y metro un periódico de unas treinta páginas, que vive de la publicidad. La información es eminentemente local y redactada para ser leída en el tiempo medio de los trayectos al trabajo. En Madrid hay dos, a mi me gusta uno llamado 20 minutos y mi sección favorita es Zona 20, donde se publican las cartas de los lectores. Me resulta una excelente fuente para estudios sociológicos.

A veces se forman unos debates la mar de interesantes, con temas que van y vienen, como en oleadas. Incluso, en alguna ocasión he salido más temprano de casa para no quedarme sin periódico y leer las respuestas a alguna carta del día anterior. Hoy se ha publicado una, que ha hecho que reoriente la nota que tenía redactada, porque ejemplifica más claramente el tema que quería tratar.

Sí, soy racista

Lo reconozco: soy “racista”, “xenófobo” e “intolerante”.

Soy “racista” por haberme enfrentado a mis vecinos suramericanos que todos los fines de semana montaban fiestas hasta altas horas de la madrugada sin ningún respeto al resto de los vecinos y llegando incluso a orinarse en las escaleras.

Soy “xenófobo” por denunciar en la Junta Municipal de Usera a un grupo vandálico de suramericanos que han destrozado, de forma reiterada, el parque infantil de la calle José Bielsa, dejando a los niños sin columpios.

Soy “intolerante” porque no soporto ver la Casa de Campo, el Retiro, el Parque Olof Palme… convertidos en inmundos estercoleros tras las multitudinarias reuniones de suramericanos que allí se celebran.

Soy, en definitiva, un mal ejemplo. Ernesto José Pastor Martín | 38 años.

Me he topado montones de veces con casos como estos, donde claros problemas (o desastres) de convivencia, derivan en actitudes racistas y xenófobas, o llegan a ser interpretadas como tales. Con graves consecuencias, porque como saben, éstas tienden a la generalización.

Por otra parte, socialmente no está bien visto criticar actitudes como lo hace el señor de la carta. Por ejemplo, hace dos años, se promulgó una ley en Madrid que prohibió a los jóvenes madrileños realizar unas reuniones muy de moda (conocidas como botellones) en espacios públicos -que aderezaban con vino con Cocacola, hachís o mariguana – porque, además del ruido, dejaban todo como estercoleros. Esta misma ley podría ser aplicada a los emigrantes en los parques, pero no se hace, porque ya saben, puede ser interpretada como una actitud racista o xenófoba.

España no tiene experiencia como país receptor. Está pasando ahora, por lo que han pasado otros países Europeos. Creo que los sociólogos deberían ponerse a trabajar para diseñar programas de integración a fin de disminuir, en lo posible, el impacto de los problemas de convivencia. (que siempre los habrá) Sobre todos los derivados de la generalización.

El respeto a las normas del país receptor es una de las primeras, de un hipotético manual del buen inmigrante. Al menos esencial para luego pedir que respeten las tuyas, siempre y cuando éstas no violen la ley. Es curioso, en mi pueblo, no hace más de cinco años, por episodios como los narrados o menores, te aplicaban una ley con título muy descriptivo: La de vagos y maleantes.

Dilatar la atención de estos detalles, es exponerse a males peores. Es bosquejar verdaderos episodios colectivos de racismo, intolerancia y xenofobia en el corto plazo.

Nota del Cartero: Notifico que la cita que realizo en esta nota, se hace de acuerdo a la siguiente licencia de uso ortorgada por 20 minutos.

0 pensamientos en “Convivencia.

  1. Sí, pasa lo mismo que cuando te encargas de niños ajenos: Si hacen alguna barbaridad no te atreves a reprenderlos igual que harías con los propios, por temor a que te acusen de abusador infantil.

    En USA, lo políticamente correcto ha llegado a unos extremos que rayan en lo grotesco, porque ha dado pie – precisamente – al abuso de los inmigrantes que hacen allí lo que no se atreven ( o no pueden) hacer en su país de origen. Sin embargo, las leyes se cumplen: Recuerdo haber tenido de vecinos unos brasileños muy jacarandosos que no escatimaban a nadie sus ganas de armar el bailongo algunas noches y fines de semana… y el casero los puso de patitas en la calle, por las quejas del resto de los habitantes del edificio. Punto y fin del cuento!

    Los malos modos siempre son molestos, vengan de quien vengan, pero si quien los ostenta es un extraño, parece ser peor. Es como si invitases a alguien a alojarse en tu casa y – con perdón de lo gráfico – la visita empezase a pegar sus derrames nasales en las cortinas…

    En ese orden de ideas, entiendo cómo se siente el señor Pastor Martín, cuya carta citas.

    Un abrazo,
    Palas A.

  2. Eso mi querida Palas. Eso mismo.

    Lo que pasa es que las leyes son distintas aquí, y sacarlos aunque completamente viable y factible es un proceso largo, que además, paga el propietario. Esa es otra de las razones por las cuales es harto difícil para un inmigrante en españa conseguir un apartamente en alquiler. Ni de vaina.

    Otra ejemplo con las leyes. Si una persona entra a una tienda y roba un producto. Si ese producto cuesta menos de 300 ¤ eso no se considera delito, sólo falta (como una infracción de tránsito) y se le deja en libertad. Ese mismo principio se le aplica a los carteristas y atracadores, que usualmente nunca roban más de 300 ¤. Así por ejemplo, hay bandas completas constituídas por extranjeros que se dedican a esto.

    Y vuelta a empezar con la generalización, muchas veces promovida por las autoridades. Delincuencia = inmigración y bueno, lo demás lo dejo a tu imaginación.

    Besos
    Oca.

  3. Ummm, :d
    lo que me gustó fue la forma del señor Pastor en redactar el problema. Explica claramente el porqué es racista.
    Ahora, por supuesto, no todos corren en el mismo lote.
    Por donde yo vivo, hay una gran cantidad de colombianos-buhoneros, que ni hablar con el basurero que dejan en la calle…. Pero por otro lado conozco buena cantidad de colombianos superdecentes, cultos y excelentes personas.
    Ceo que igual pasa con el resto del mundo. No todos los àrabes son terroristas. Ni todos los chinos comunistas…. ni todas las francesas son fàciles (ese mala fama que tienen las francesas gratuitamente…. :p

  4. La discriminacion es mas vieja que la prostitucion.
    Es el «politically correct» que se puso tan de moda que genera las reacciones que ya estamos acostimbrados a escuchar.

    En Italia, creo que en el 2000, por querer ser politicamente correctos querian quitar los tradicionales crucifijos que estan ubicados en las cabeceras de las camas de los hospitales, porque herian la sensibilidad de los pacientes de otras religiones (refiriendosse a los musulmanes, o sea, quienes trabajan como obreros en las fabricas).

    La reaccion de la estra grande mayoria de la poblacion italiana (viejos) fue, como de esperarse muy negativa… al final no se hizo nada… los crucifijos siguen alli testimoniando anios de cultura y tradicion.

    Me pregunto si el norte africano que va al hospital a ser curado y se ve este senior crucificado y sandriento encima de su cabeza, le importa mucho…? mmmm… o son puras masturbaciones (ohh perdon manipulaciones) politicas del burocrata de turno?

    En singapur, donde «todos» viven en harmonia por una politica ferrea de arquitectura social y donde todos son hijos o nietos de inmigrantes, se sabe que los Malayos son los flojos, los Hindues son los sucios, los Chinos son los calculadores y aburridos, los extranjeros (Alo!) se aprovechan de los recursos y se van.
    A todos nos ponen «etiquetas».

  5. Lo más raro que he encontrado yo en ese aspecto fue una nota en «The Unnofficial Guide to World Disney World» donde se hablaba de los grupos de jóvenes brazileros que hacen destrozos en el parque en ciertas épocas del año ¿Qué tal?